3.6.15

Por lo general no soy de esas personas que uno conoce y enseguida se da cuenta el tipo de vida que lleva. De hecho, creo ser todo lo contrario de lo que muestra mi imagen exterior, o al menos, lo que fui.
Cuando era pequeña me protegía con mis pequeños kilos de grasa que me sobraban, y como todas las niñas gorditas, daba el aspecto de fuertechona, fuerzuda y mala. Muy por el contrario, era una niña muy sensible y con un corazón pidiendo a gritos un poco de cariño o afecto.
Ahora que crecí, siento como todos esos kilos subieron a mi cabeza para darme otro tipo de visión. A medida que fueron pasando los años fui "comprendiendo de a poco la vida" (Si es que en algún momento se puede llegar a comprender) y pude ir dándome cuenta que tipo de personas me rodeaban con solo conversar al menos diez minutos. Y no, no es que me defina superior haciendo este comentario ni mucho menos, pero es cierto que el observar durante tantos años desde el otro lado del telón, te genera cierto tipo de sabiduría en cuanto a actitudes ajenas.
Volviendo al tema anterior (Es que me fui demasiado de eje, suelo hacerlo) muchas veces mostré una sonrisa cuando por dentro moría de dolor, o cuantas veces más sorprendí a aquellos que conocieron mi historia.
Hoy llevo una sonrisa honesta, sonrío constantemente y esta vez, mi sonrisa es verdadera, no tengo nada que ocultar porque todo lo vivido me llevo a nada más ni menos que sonreír... Creo que es increíble poder decir que con veintitrés años encontré mi propósito en la vida y no es más que este: Hacer sonreír a los que aún deben dibujar su sonrisa con fuerza porque no sienten más que dolor.
Mi felicidad, la hallé en la alimentación consciente, en ello que me nutre diariamente y me hace sentir mejor por dentro y por fuera. Llena de energía como para poder contagiar mi sonrisa a los demás.
Hoy mi dieta se basa en amor, amor al alimento, a la naturaleza que me lo brinda pero ante todo a mi misma. Y como me amo me cuido, me protejo. El amor hacia la imagen externa se puede comprar, pero el amor hacia uno mismo, ese, no tiene precio 

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